No llueven los banqueros de los áticos,
anidan los banqueros en los árboles
para empollar impávidos sus créditos,
para incubar sus pólizas y préstamos.
Se aferran a los muros como gárgolas,
acechan en lo alto de las cúpulas,
se aferran a tu piel como parásitos,
te enredan en su tela como arácnidos.
Madrid está poblada de cadáveres,
de zombies caminando entre paréntesis,
aturdidos por jergas aritméticas,
escuchando el croar de los políticos,
recitando la tabla como párvulos
que salmodian versículos satánicos.
Moncho Alpuente
Ejercicio: Cuenta en prosa y con tus palabras lo mismo que dice el poema.
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